viernes, junio 16, 2006

Sonidos de tristeza


Se que soy esclavo, esclavo de alguien que maneja todos mis recuerdos.
Ya no me preocupa el no pensar.
Me observo a través de una botella de alcohol, y me veo dentro de ella, atrapado.
Ya no hay magia en el entorno de la soledad.
Las palabras, antes eran rosas con sonidos efímeros, ahora son puñales largos con olor a fuego.
Tu pelo ya no tiene ese olor a verano.
El bosque oscuro ya no me da miedo, ya no me interesa, desde su interior alguien proyecta la luz que todo ser quiere tocar.
Soy el perdedor, pero quiero subir a la falsa montaña, sentarme, escuchar al
vencedor y preguntarle por que lo hizo.
Aquí es cuando la orquesta deja sus instrumentos y se asoma a la calle vacía.

Relato autobiográfico, disculpen el poco sentido.
Miguel A. Hernández

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