domingo, diciembre 10, 2006

El invierno y ella

Esta noche hace frío aquí, junto al río. Desde aquí puedo ver, casi de puntillas, la ciudad encendida. Allí, al fondo, esta escondida detrás de aquellos árboles, pareciendo como si la intentaran tapar con sus movimientos, para que no la pueda ver, para que no pueda recordarte.
Esa calida imagen invernal de la ciudad, hace que me acuerde de ti, hoy vuelvo a recordarte. Vuelve a mi memoria, aquellos paseos por esas preciosas calles adornadas de luces navideñas en busca de regalos para nuestros amigos. Recuerdo como aquel día, te quedaste sorprendida por la bella melodía que salía de esa vieja armónica que aquel bohemio músico sostenía entre sus manos. Lo recuerdo todo: tú, le dejaste esa preciosa sonrisa que casi era de fábula, para que más tarde, te desbordaras con un conmovedor aplauso. Él, pícaro de toda tu euforia, se guardó sutilmente tu esencia en el bolsillo interior de su chaqueta, sintiéndose un perfecto ganador y sabiendo que aún te podía arrancar algo más que esa sonrisa. Lo más triste fue, cuando las propias calles se dieron cuenta de que jamás nos vieron agarrados de la mano, quizá porque nunca lo pensaste, o quizá tú no lo necesitabas en aquellos días. Nunca tuvimos nada, ni si quiera un encuentro entre nuestras miradas que durase más de dos segundos; yo, por vergüenza, tu,…no lo sé. Hoy recuerdo los besos que nunca te di, las veces que te imaginé abrazarte a mí, aunque solo hubiese sido para no sentir frío, aunque solo hubiese sido por culpa de una triste despedida. Lo único que me llevé aquel día, con lo que solo me tuve que conformar y guardar en mi pequeño bolsillo del pantalón, fue con ese saludo de tu mano distante, y aquella odiosa frase del; “hasta luego”, que salió con timidez de tus pequeños labios rojizos, ausentándote de mi lado y sintiéndome, como siempre me sentí cuando no te tuve; un autentico perdedor.
Tal vez, por todo lo que pasó, comenzó a llover en ese momento, y me fui a casa empapado, solo, y sin nada de ti, pero sabiendo que al volver la esquina, te reencontrarías con el bohemio de la vieja armónica y le besarías como siempre imaginé que alguna vez me lo harías a mí.

Maik Underground

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Maik, siento rabia por esa tonta que no supo ver lo que tenía al lado, la persona tan increible que le estaba ofreciendo algo que ella no supo intuir. Me ha puesto triste este relato.
Aunque mis besos no sean lo mismo, te envio un montón de ellos y ese abrazo que me gustaría poder darte ahora mismo.

Anónimo dijo...

Buenas noches y dulces sueños...

Isthar dijo...

A veces nos prendamos tanto de lo que nunca fue y lo idealizamos de tal modo, que incluso la propia realidad pudiera no haber estado a la altura de nuestra imaginación de haber podido materializarse :)

Un abrazo enorme

MaLena Ezcurra dijo...

Siempre en esos momentos comienza a llover.

El alma se inunda de tristeza.



Caricias.







Te extraño :)

Anónimo dijo...

Yo también te extraño...nos vamos turnando en abandonos...

Anónimo dijo...

Y a mi me gusta que te acerques...
Besos cercanos....

Anónimo dijo...

Tu luz tammbién me llega... y esta canción... cada vez que la escucho...
Besos brillantes...

rh dijo...

Querido Maik, yo me sentaría contigo al borde de ese río a mirar la ciudad. Encendería un cigarrillo mientras tú me cuentas...y te cuentas. Entendería aquellas miradas entrecortadas, y compartiría el desdén impasivo y anticompasivo.

Podría acompañarte bajo esa lluvia y quién sabe, en qué bar acabar de empaparnos.

Un abrazo.

(la canción es preciosa aunque sólo la conocía de Tontxu)

Anónimo dijo...

Días sin verte...